27 de enero de 2010

Primer Amor

Con la tijera en manos, abría lentamente pero con firmeza la madera del respaldo de su cama. Tallando letra a letra, lo que sería una carta. Mí última carta. Mis dedos ya dolían y lágrimas caían solas por mi rostro desolado, pero necesitaba hacerlo, quería hacerlo. Me sentía bien en hacerlo. Mientras escribía sentía que alguien me observaba por la espalda, me doy vuelta rápidamente y encuentro a su padre en la puerta de la habitación con la mirada fija en mis ojos. El también lloraba, lo hacía junto a mí, porque la extrañaba como yo. Su ausencia no nos permitía seguir, no había un mañana si ella era nuestro hoy. Despacito el camina hacia atrás y cierra la puerta de la habitación. Dejándome solo arrodillado en su cama, escribiendo en la madera mi mensaje hacia el cielo, donde ella esperaba.

Me costaba hacer cada letra y muchas veces repetía el movimiento, terminaban desprolijas y medio torcidas, pero el mensaje iba de a poco tomando su forma y mi corazón se sentía mejor, se sentía protegido y más liviano. Imágenes, recuerdos y momentos venían a mi mente todo el tiempo, y así de fácil volví a estar con ella. No físicamente pero en espíritu, me sentía acompañado y protegido por su mirada.

Volví entonces a verme con tres años, cuando nos conocimos. Nuestros viejos se conocían de hace tiempo y se juntaban a la noche o a la tarde para hablar y hacer sus cosas y de chiquitos nos hicimos amigos. Su hermano fue mi mejor amigo, y hoy es un eterno compañero. Gracioso y curioso era el hecho de que nacieron el mismo año, el en enero y ella en diciembre, por eso siempre iban al mismo grado. Era imposible separarlos, o pensar en uno sin sumar el otro, parecían mellizos!

Con ellos aprendí a jugar, a correr, a darme cuenta de que soy una persona que ríe y llora, que siente y hace sentir. Nos volvimos a ver muchas veces y la felicidad fue grande cuando empezamos a ir a la misma escuela. Aprendimos a escribir juntos, como también juntos aprendimos a leer, a sumar, restar y dividir. Juntos jugábamos y disfrutábamos de la vida como si fuera eterna. El tiempo pasó y de a poco fuimos creciendo, año a año con una amistad que se fortalecía cada vez más, creando lazos que jamás serían rotos. Jamás.

Finalmente llegamos a tener diez años, estábamos empezando a ser gente grande, o eso pensábamos. Fue este año en que tomé coraje por primera vez y me arriesgue a tomar una decisión. En su cumpleaños, me acerque a ella y le pregunté si quería ser mi novia, ella me miro con esa dulce mirada que siempre tuvo y me dijo que sí, sin decir una palabra. No eran necesarias entre nosotros para decir lo que sentíamos, con la mirada era suficiente. Ella se acerca y me da un besito tierno en el cachete para después irse con sus amigas no sé donde. Yo me río inocente y vuelvo con los chicos a jugar fútbol, o lo que sea, no me acuerdo.

Desde ese día empezamos a compartir mucho más juntos, yo no era yo cuando no estaba con ella y ella no era ella sin mí. Pensábamos igual, sentíamos igual, uno lo pensaba y el otro lo decía. Y eso obviamente nos encantaba. Muchas veces la frase que uno empezaba era el otro la que terminaba. Fueron años mágicos, donde nos formamos prácticamente uno solo. Era mi alma gemela, mi mitad, lo mejor en mí era ella. La persona que me completaba como individuo y ser en este mundo lleno de extraños.

Fue a los catorce años que estar de novio empezó a tener otro sentido e importancia para nosotros, seguíamos inseparables pero hasta aquél entonces, estar de novio era caminar de la mano, besitos cortos, abrazos más fuertes, cartitas de amor con mensajes coloridos. Todo era más simple. Pero todos crecemos, maduramos, nuevos sentimientos empiezan a nacer y nuevas maneras de ver y vivir la vida se descubren. Y lo vivimos juntos. Mi primer beso de verdad, la primera vez que salí solo, la primera fiesta copada, la primera cerveza, primer pucho, mi primera noche acompañado, todo lo nuevo y distinto, no lo viví solo porque ella estaba ahí como yo estaba para ella. Descubrimos cosas nuevas, de muchas nos reímos, de algunas nos arrepentimos, pero igual todo valió la pena, porque ella estaba conmigo y no había nadie mejor en este mundo con quien compartir.

Todo era tan perfecto que no parecía cierto, algo debería pasar, algún problema, algo. Y paso, mis viejos decidieron mudarse y con ellos tendría que irme, el problema de la distancia era impresionante! No vivíamos en distintas ciudades, vivíamos en distintos países! Tratamos con muchas ganas seguir juntos mismo estando lejos, nos veíamos a veces, por Internet, y eso dificulta mucho una relación. Pero después de que un año entero pasó, finalmente volví. Solamente por las vacaciones, cuando llegué salí corriendo a su encuentro y nos abrazamos por un largo rato, sin decir nada. Es lindo cuando el silencio entre dos personas dice más que cualquier frase.

Fueron las mejores vacaciones de mi vida, nos divertimos mucho, hablamos mucho, nos amamos mucho. Yo vivía una semana en su casa, y ella venía una semana a la mía, parecíamos pelotitas de ping-pong, Pero como todo lo que es bueno en la vida. Un día se termina, y tuve que volverme. Lloré mucho en el aeropuerto, y en el avión, y en casa cuando llegué.

Los meses seguían pasando, y cada vez el contacto era menor entre nosotros, menos llamadas por teléfono, menos veces en Internet. De novios, nos hicimos amigos, posiblemente los mejores amigos que podrían existir. El amor, pudo haberse ido, pero lo que nosotros teníamos era superior a eso. Era como si nuestras almas estuvieran unidas. Ella sabia todo sobre mí, y yo sabía todo de ella, todo. Hasta que un día estábamos hablando por Chat, pero ella tardaba mucho tiempo en responderme, y sabía que algo había pasado, ella me decía que estaba todo bien, pero aún tenía mis dudas. No le creí, algo pasaba. Pasaron las horas y tuvimos que despedirnos, entonces le escribo, Hasta mañana, y ella me responde, Claro seguido de emoticones de besos y cariños. Apagué la computadora y me fui a dormir tranquilo. El otro día ella no se conecto, el otro tampoco, la semana siguiente también fue amargada por su ausencia. Dos meses enteros sin verla conectada. Primero pensé que era un problema en Internet, o en la maquina, pero después me preocupe más y pasados el par de meses, llamé a su casa. Nadie contestaba, llamé de vuelta, lo mismo. Llamé todos los días, varías veces, por casi dos semanas, y no había respuesta.

Empecé a pensar en todo lo que podría haber pasado, muchas ideas y imágenes empezaron a surgir y no sabía que hacer, estaba demasiado asustado. Cuando en uno de esos días, me llama el hermano. Tenía un tono de voz fúnebre, hablaba bajito y muy pausado, tenía como un nudo en la garganta, esos nudos que aparecen cuando una persona llora por mucho tiempo. El me dice, que me extrañaba mucho, que quisiera que yo estuviera a su lado ahora. Yo me limitaba a escuchar, siempre tengo algo para decir, pero en ese momento me desconocía y no sabía que hacer.

Me dijo que lamentaba mucho no haber estado en casa, para contestar el teléfono, y por todo el tiempo sin hablarme. El sabía que yo estaba preocupado y yo me daba cuenta de que el estaba llorando. Me pide perdón cuatro veces hasta finalmente revelarme la peor cosa, la más triste y dolorosa que escuche en mí vida. Ella se murió. Mi mundo se fue abajo, me sentí como si hubiera perdido las piernas. Ni llorar podía, todo me dolía, mi alma fue rota en mil pedazos junto con mi corazón.

Llorando le ruego que me explique que pasó, y eso hace. Me dice que su enfermedad empeoro súbitamente (aclaró que ella siempre tuvo una debilidad respiratoria), y necesito ser internada con urgencia en el hospital.

En su frágil cuerpo cirugías y no se cuantas cosas más fueron realizadas sin éxito, y los médicos concluirán que no tenía mucho tiempo más de vida, los pulmones simplemente no respondían. Ella peleo hasta el final pero no pudo y falleció.

Cuando el termina de hablar, le agradezco de haberme dicho y le digo que necesito colgar, el dice que todo bien y corto. Voy a mi habitación y me quedo mirando la pared profundamente, sin pensar en nada o sin saber en que pensar, esa noche no cene. Ni la siguiente o la del otro día. En pocos días, perdí ocho quilos, empezaba a estar despierto a la noche y durmiendo por el día, hablaba solo, me tildaba muchas veces. Parecía una plantita. Se pasaron algunas semanas, e iba mejorando de a poco, tratando de justificarme la ausencia y de convencerme de que ella está ahora en un mejor lugar. Que ella está mejor sin mí y que yo tengo que mejorar por ella. Cuando recibo una llamada.

De nuevo era el hermano, me llamó llorando y diciendo que no podía más y tenía que decirme algo, porque le perseguía la conciencia pero no quería decirme para no dejarme más triste. Volví a sudar frío y algo me hizo preguntar que era lo que me quería decir. El me dice, despacio y con la voz débil que en esos meses en que ella estuvo internada, mientras dormía muchas veces ella dijo mi nombre y pedía inconcientemente que viniera a su encuentro. Esa llamada volvió a llevarme hacía el fondo del pozo, y pensé que nunca podría volver a ser yo mismo.

Mis padres me llevaron al psiquiatra, termine buscando ayuda y consuelo en la bebida y todo parecía arruinarse, empecé a ir mal en la escuela y me peleaba con mis amigos y familia por boludeces que hoy me arrepiento, me cerraba en la habitación y no hablaba con nadie. Me sentía culpable por no estar con ella en sus últimos momentos, por no poder tener su mano y decirle que estaba a su lado cuando me necesitaba. Me sentía el peor ser del mundo y que no merecía la felicidad de ninguna forma. Mis viejos preocupados me mandaron por dos semanas de vuelta a mi país y me quede hospedado en la casa de ella.

Dormí esas dos semanas en su cama, respirando su perfumen, mirando sus cosas abrazando su almohada, llorando su ausencia. En el último día, me puse a escribir esa carta, para que ella desde el cielo la lea, una carta donde le cuento todo lo que ella significo para mí, con las mejores palabras que jamás he escrito, lloré mientras la escribía y mi mano dolía por agarrar con tanta fuerza la tijera, nadie de la familia me dijo nada. Ellos sabían que era importante. Después de eso, me fui.

Ya se paso mucho tiempo desde todo esto, crecí y madure, estoy a punto de empezar la universidad y mi vida está por volver a empezar, pero nunca me olvidaré de ella. Se que ella está conmigo y a veces siento que está a mi lado, respirando cerca mío, tomando de mi mano. Escuchándome, sonriéndome, amándome.

Me hizo valorar más el amor, porque es lo mejor que nos puede pasar. No hay nada que se compare a este sentimiento. Estar con alguien que te ame, hace que seamos una mejor persona, hace que lo mejor en nosotros se muestre. Amar es hermoso, es esencial. A todos les deseo suerte, pasión, confianza y sentimiento. Que el amor sea eterno mientras la vida nos cuida. Adiós.


6 comentarios:

  1. una historia hermosa...me llegó mucho, transmite todo lo que quiere transmitir...me encantó!

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  2. A punto de la aventura de pasar unos cuantos minutos largos frente al monitor... A ver que tal :)

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  3. Me encantoo! es hermosa totalmente hermosa.
    La verdad te felicito ojala pudiera transmitir tanta emocion como vos lo hiciste. Exitos!

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  4. La Verdad, La Historia, Mui limda & a La Vez Mui Triste & Te Traaamistee TODO lo qe Trasmitiste vos Para Hacerla,

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  5. hay es hermosa!! me dejo con un nudo en la garganta!

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