29 de enero de 2011

Noche para Historias

Joao Bosco e Vinicius - Chora, Me Liga
(el teclado anda mal...)

A veces cuando el sol se esconde bajo el mar, el cielo lo acompaña cambiando de color. Y fue lo que pasó aquel miércoles. Me encontraba sentando en la mesa al lado de la pileta, fumaba uno de los últimos cigarrillos del paquete y me aburría sin prestar atención al paisaje que se me presentaba.
El cigarrillo se terminó y cuando me ví sin nada que hacer, resolví salir de la casa. Caminando por el patio hasta la salida de adelante, logré llegar a la playa, mi vecina. Demasiada suerte tener una vecina tan hermosa. La arena no quema mis pies y el sol no lastima mis ojos, me olvidé la remera adentro y aproveché para tirarme al agua.
Ya en el mar, me dí cuenta de que la isla no está lejos. Nunca me pregunté el porque de nunca haber ido hasta allá antes. Se que hay algunas pocas casas, y que más que nada sirve de puerto de descanso para algunos pequeños barcos de pesca, de esos más familiares.
Talvez influenciado por el desafío de la distancia, o alimentado por el aburrimiento constante. Elegi nadar hasta allá, y fue dificil. Cansado llegué, y en la arena descansé. Unos hermosos y muy merecidos minutos de descanso después de enfrentar el mar.
El cielo cambiaba de color, estaba naranja y se oscurecia, pero no me di cuenta. Me levanté y quise explorar la isla, fui caminando por los arboles, buscando pajaros, apreciando rocas, buscando rios, subiendo arboles, desviando hormigueros e inventando historias.
Me sentí un Robinson Crusoe, o el tipo aquel de la pelicula con Tom Hanks. Me hacia falta un Wilson. La noche llegó, y finalmente me di cuenta. En la oscuridad de la noche, la selva se hace poderosa, y la gente se hace pequeña, y ante el poder de la naturaleza me quedé callado, con algo de miedo, buscando el camino a casa.
Caminé por un buen tiempo, o por lo menos eso pareció. Y entonces escuché música. Escuche el sonido de tambores y guitarras, y despacio me fui acercando, llegue a pocos metros del grupo de hombres musicos.
No se como, talvez hice algun ruído, pero uno de ellos sintió mi presencia se dio vuelta y tiró su pandereta contra mí. Un tiro perfecto en la frente. Griteí más por el susto que por el dolor, realmente no la vi venir.
Una parte del grupo se acerca hacía mi y me pregunta si estoy bien, el chico que me tiro la pandereta pide perdon, por su actitud parecia ser mas chicos que yo, pero fisicamente aparentaba tener unos buenos anos mas.
Me invitaron a sentarme con ellos y algo intimidado acepte. Eran ese grupo de gente que habla mucho y te ofrece mucho, y como que no da tiempo de decir que no o decir cualquier cosa, entonces simplemente uno se deja llevar.
Seguian cantando canciones raras, eran en portugués, pero no las conocía. finalmente empezaron a cantar las canciones de Roberto Carlos y, me acorde de mi abuela cantando cuando era más chico y pude acompañarlos. Sonreían al ver mis fracasadas tentativas de cantar.
Me preguntaron si yo tenía que volver a la playa, y les dije que si pero que no sabia como. Ellos me ofrecieron transporte pero me avisaron que antes necesitaban trabajar, curioso me ofreci para ayudar.
Por lo que entendi, y entendi poco, ellos pescan a la noche porque la cantidad de peces en ese horario es mucho mayor. Entonces en un pequeno barco estaban, Don Roberto, sus dos hijos que tenian nombres tan peculiares que ya ni me acuerdo, y yo. Armados con redes y buena voluntad nos adentramos en la noche absoluta. Y tirabamos las redes y esperabamos, y recogiamos para volver a tirar y asi seguimos en un ritual de esfuerzo, paciencia y amistad.
Para mi sorpresa, logramos pescar una buena cantidad, y somada a la de los otros barcos, era algo que llegaba a llamar la atencion de la gente. Pero como prometido, despues de la pesca volvimos a la playa, los ayude a meter los peces en un camion frigorifico, algo caido a los pedazos y sospechoso de no enfriar cosa alguna y empece a despedirme. Pero Don Roberto no me deja.

- Te vas ahora que llega la mejor parte de la noche?
- Ah si? Que pasa ahora?
- Y ahora contamos historias.

Admito que odie mucho a Don Roberto en ese momento. Estaba cansado, sucio, mis manos dolian de tanto tirar redes, pero la curiosidad era grande. Que historias eran esas. Y esa fue mi pregunta.

- Las mejores historias de amores perdidos que vas a escuchar en tu vida.

Y tuve que quedarme. Quería saber, queria escuchar las historias de esos hombres. Y me sorprendí, y les quiero contar, pero después, otro día.




5 comentarios:

  1. Que raro ver a un hombre bloggero, jaja me encanto tu blooog ♥ te siigo :)

    ResponderEliminar
  2. Me gustó mucho tu entrada, es super bonita, escribo muy parecido, pasate por mi blog y lo comprobarás! te sigo! (:

    ResponderEliminar
  3. Cualquiera, no es raro..
    Pero es una acotación al margen, una nota al pie que en realidad encabeza mi comentario jajaja
    Volví y cumplo, no por un favor a voce sino porque me gusta pasar por aca y hablar contigo.. evideentemente.
    Veo que seguís allá.. tu teclado no tiene la "ñ"..
    Eso te pasó en serio? Que lindo! Yo hubiera hecho lo mismo que vos.. cuando no tengo horarios ni fechas al cansancio lo pateo al limite.. hasta que un día caigo y ahi si, 15 horas de corrido durmiendo.

    Te quedan pocos días allá no? Disfruta mucho que por estos lados (el tuyo y el mio) el mar y el cielo no son amigos.. el sol es del cielo y las montañas no tienen reflejo..

    Un beso cordobés (:

    ResponderEliminar
  4. Habrá que esperar que llegue ese otro día.
    Me gustan las historias de amores perdidos.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar