10 de abril de 2011

La Chica Que No Sabía Escribir Historias

Ella no sabe escribir historias, simplemente no las sabe escribir. Escribe reflexiones, poesías, notas, pero no sabe escribir historias. Definitivamente, lo que ella escribe no tiene nada que ver con historias. Escribe, a veces, escenas, y a lo mejor ni eso. Escribe (si es que se puede escribir eso) sobre estados de animo, de enfoques muy específicos de las cosas o de protagonistas que, de vez en cuando, dejan algún tipo de llama prendida.

Escribe, pero nada que ver con historias. Cuando camina por la vereda, buscando a las tales historias, los otros escritores la señalan con repugnancia y se burlan de ella. “No sabes escribir historias!”, le dicen. Y la chica que no sabe escribir historias se pone triste, dando a entender que es verdad, que es consciente de tal cosa, y que no puede cambiar tal hecho. Busca a un doctor especialista en patologías de escritores, que no son muchas, pero no son cualquiera.

El doctor le dice que talvez, solamente talvez, lo que tiene que asumir es que simplemente, lo de ella no son las historias, que se dedique a otras realidades literarias que sean menos ambiciosas. A la larga podría ser algo contraproducente que deja secuelas. Pero… La chica que no sabe escribir historias, quiere, y mucho, escribir historias. Lo esencial en todo esto, es que esa chica tiene ideas, ideas que le gustan y parecen proporcionadas para una historia, pero de repente quedan marchitas y no prosperan en la trama. Los demás escritores se jactan de manejar con destreza el conflicto y el cambio. Además escriben historias verdaderamente maravillosas. La chica que no sabe escribir historias pide al doctor que se lo explique con peras, quizás así sea capaz de entender algo para es tan ella complejo como saber si una vida más larga, acortaría la muerte. Pero los doctores no explican las cosas como peras, se ayudan de exámenes de sangre y electroencefalogramas, pero no de peras.

A todo esto hay que agregar que a la chica que no sabe escribir historias, le señalan con bastante frecuencia que escribe bien, que cualquier persona podría inmediatamente enamorarse de las cosas que ella escribe porque, si bien que nada de lo que revelamos a los demás es absolutamente cierto, una persona puede vislumbrar la verdadera esencia de otra, a partir de sus palabras. Por eso mismo, aunque ella no sepa escribir historias, uno puede intuir que ella es alguien que vale pena y, como una eventualidad más, enamorarse de la chica aunque no sabe escribir historias.

Eso, a ella, le molesta demasiado, porque está segura de que todo en este mundo es una sucia mentira y que los halagos son interesados o falsos o vacíos, o los tres. Que nunca en la vida se puede conocer a nadie por lo que escribe. Que quizás ese es su conflicto, su puto conflicto, porque ahora planea dejar de escribir, o escribir muy de vez en cuando y sólo cuando tenga alguna historia que lo sea, y que no simplemente parezca que lo sea.

Especula en desertar las historias, en dejarlas atrás, desamparadas de alguien que las escriba, o mejor aún, libres para que alguien efectivamente apto pueda darles forma. Pero ella no, ella no sabe escribir historias. Posiblemente todo pasa por intentar empezar de cero y rebajar sus fantasías. La chica que no sabe escribir historias escucha con curiosidad los consejos de la gente que aprecia abiertamente, ellos le dicen cosas realmente coherentes, que tienen sentido, pero son palabras que no sirven, porque ella tan solo aguarda quieta con esa sensación típica de barco a la deriva o de ciego en tiroteo. Intenta creer que es cuestión de tiempo. Tampoco las tiene todas consigo si nadie se lo puede explicar de manera fácil, con peras. Antes, las complicaciones embarazosas se resolvían con manzanas y todos terminaban muy satisfechos. Pero hoy, y mientras no se diga lo contrarío, la chica que no sabe escribir historias, no tropieza con la manera de aprender a escribir historias. Y como no se le ocurre nada mejor, las deja abiertas o sin final o algo a medio camino entre lo uno y lo otro, entre la “a” y la “b”. Algo que es cualquier cosa, menos una historia.


2 comentarios:

  1. La chica que no sabia escribir historias :) hacia mucho que no la leía, me encanta.

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  2. A ver.. definamos historias carajo, porque que es una historia? Algo largo, algo con un principio, un nudo y un final?

    Nanana, hay historias que coso.. duran lo que dura apoyar el lápiz, hay historias cortas, historias de tachones, de borrones, de hojas gastadas.. hay historias prolijas y otras llena de manchones de café y de tinta.. hay historias abiertas y otras cerradas, incluso las de principio desdibujado..
    Yo estoy a favor de la goma y el lápiz, el corrector no borra, es un parche de tinta que no queda bonito..

    Yo te digo, la posta era tirarle un piropo a la niña.. capaz te ganabas el papel principal en una historia proxima de su cuaderno borroneado ;)

    Mi beso cordobés, mendocino!

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