10 de febrero de 2012

A Dos

La imagino inquieta, aflicta por cada respuesta, cada negación, reflejando el brillo azulado en sus vistas cansadas por el tiempo, prendiendo un cigarrillo después del otro mientras piensa, impaciente, en cual serán su próximas palabras. Del otro lado, veo alguien eufórico en cada palabra, fantaseando las vivencias que probablemente no van a venir, planeando infinitos escapes, todos en vano. De repente, viene un silencio. Talvez no fueron capaces de demostrar un afecto recíproco. Pero, en la falta de que decir, admitían que estaban en buena compañía. O por lo menos, eran excelentes actores. Forjaban un bien estar que nunca tuvieron con ningún otro, aprendieron con las frases que sabían de memoria en las incontables madrugadas insomnes. Agudizaban suficientemente la imaginación de tal manera que podrían pasar días, describiendo sus planes de otoño a dos. Me pregunto si en algunos años se acordará de él – y de todos los otros. Y me quedo callado.



1 comentario:

  1. Se abandonó a quererlo, ya casi no tiene fuerzas para ir contra el viento... Mientras, lo real se ríe de ella y la mira con lástima...

    Dale!! Decíme que los personajes de tu relato no podríamos ser nosotros??? JA Ja JA (es una carcajada irónica, sarcástica y burlesca... lascerante...)

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