8 de octubre de 2012

N'arte D'alma


Ah, que te quiero con la simplicidad de todas las frases abiertas, inmensas, eternas, pechos desnudos ante el viento incendiado de octubre, que te quiero abierta y profunda, un alma sin un cerrar, dejando el tejido escurrir o bailar, como tenga que ser y como sea, así, solamente, fluidificando en mí un océano. Inclusive, también como cascada cuando hace falta y nasciendo como un río, silenciosamente menuda por horas de cielo cerrado, sin hacer mal, te recibo de brazos abiertos, labios listos, ojos prendidos, inspirando la amplitud que es: el aceptarte. Punto final, respirar, sonreír – aceptarte – n’arte que te salta d’alma, n’alma que te aflora en si y afuera; todos densos explotando por adentro caleidoscópicamente, flores heridas, texturas invisibles, y abrazarte bajo las ataduras y oír de la piel el secreto que dice: si al amarme tensionas, estás empezando al revés, amor.

Y así empiezo el comienzo arduo, voy tejiendo las larguras de los lanzamientos, alastrándome en tu cuerpo invertido e inundado por los desinversos de los descontrarios. Como quien flota o pasea, ritmando de acuerdo con el pecho y alojando la calma y la seguridad de nunca poder rastrear todas tus esquinas. Pero te quiero aun así, inhabitable, desconocida, inmersa en sombras inexplorables y cegueras lechosas. Con la libertad de desconocerte y tejerte nuevamente a cada desencuentro o tropiezo y entonces – sonrisa? Encaja. Deshabito de mi y me abismo en un Tu de múltiplos caminos y pasajes, además de los infinitos incontornables entornando para adentro de mi en un casi que hasta me pincha de tamaña belleza; el amar rojo de las carnes y el brillo azul de los interiores que lentamente tiro sobre ti en esta coreografía sin verbos que el cuerpo, volcánico, propone.

Abriendo los alrededores, inaugurándome entero y amplio, nuevamente espeso, en un estreno que solamente tu mirada puede saber y debe ver. Aunque oculto, cubierto o en la oscuridad, mi corazón es tuyo.

Silencio. Mi silencio es tuyo.




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