Y esa mañana de Agosto que no para ni pasa, mojada de
ausencia como si ni mi voz supiera donde ir – perdida entre las fricciones de
nervios, glotis, salivas y cuerdas, minguando aguadas en esa falta de gusto.
Augusto, a-gusto. Es el prefijo que ahorca mis focos y de esa visión borrosa,
de ese gusto de neblina en la boca dormida, lo que resta es un yo sin ser. No dejo de nascer y renacer. Pero así, en las horas ciegas y tibias que me
cocinan a baño maría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario