11 de agosto de 2010

Magdalena y el Purgatorio

Y entonces hubo retorno.
Entonces había vuelto. Mis cartas finalmente llegaron. Mis cosas antes no dichas y malditas finalmente llegaron.
Y entonces te lo decía de nuevo. Te juraba amor, de nuevo.
Sentía que nunca en la vida había dejado de poder jurártelo.
Entonces podía de nuevo escribirte.
Y hacerte testimonios que me rendirían noches no dormidas.
Entonces podría ganarte de nuevo, todo el día, como antes acostumbraba hacer.
Entonces había aquella parte de mí que, entristecida, ahora sentía el júbilo de poder acostarse en tus brazos de nuevo.
En tus brazos.
Entonces podría de nuevo agarrar tu cintura.
Entonces podría de nuevo soltarla y verla volver hacía mí.
Entonces podría de nuevo exponer las maldades que te hacían ruborizar de la manera más romántica que alguna vez pude haber hecho. Podría de nuevo transformar tu sudor en pasión; en vino.

Podría salvarte de nuevo.
Y disecarte para entender todos tus sonidos y grabar de ellos melodías inseparables.
Podría crear de nuevo.
Entonces podría de nuevo, escribirte cosas que huyan completamente a los tantos clichés.
Podría de nuevo calzar de mi propio puño palabras a tus pies. Y calzarían tan bien que podría hacer algo que jamás me olvidare.
Entonces podría sentir, en una seguridad extremadamente cierta, que te hacía un bien que tus antecesores y predecesores no hicieron.
Podría, puedo, siento a tu fervor no causado.
Siento tus ojos cerrando y abriendo, por las razones mas abstractas posibles.
Siento una felicidad que jamás debería haber interrumpido.
Siento también nostalgia, cualquiera que sea el tiempo que estés ausente.

Siento la necesidad. Por que me embriagas.
Entonces podría morir. Finalmente vine y finalmente ahí estabas. Y de nada más necesitaba. Yo estaba acá y era eso lo que importaba.
Pero estar vivo, a tu lado, era un placer tan insuperable que yo no quería ir a ningún lado.
No voy a ningún lado.
Te amo.
Entonces nunca rompiste tus promesas a mí.

Entonces quería estar de nuevo.
Y permanecer.
Permanecer porque ahora sí, yo sentía lo mejor de dos cosas.
Entonces mis piernas no quisieron más moverse.
Desde que cerca de vos estuviese.
Mis piernas estaban bien mientras estuvieran cerca de ti.
Entonces quería poner de nuevo mis pies en tu casa. Mis manos en tus manos. Mi dedo en tu anillo.
Entonces quería hacerte pasar vergüenza de nuevo. Y hacerte sentir esa maldad mía.
Hacer que te guste.
Sabes de qué hablo.

Entonces quería estar cerca de nuevo.
Y estar tan cerca que culminaría.
Y tan cerca así, no se aparta.
Nunca en tu vida me podrás alejar.
U olvidarme.
Y eso es maravilloso

Eres maravillosa.
Entonces no necesitaba más.
Estaba satisfecho.
Tus ojos eran hechos de todo el color que necesitaba, y tus ausencias eran crueldades sin fin, tu presencia era un robo absurdo de toda la felicidad del planeta.
Entonces valías al mundo entero. Y no había nada sobrando.
Estaba todo preso, todo atado.
Porque todos ellos se alejaban de ti.
El mundo entero.

Causas miedo a las imperfecciones,
Y tenes imperfecciones.
Y las amo tanto cuanto.

Eras mi nena de nuevo.
Estabas bien de nuevo.
En ese entonces era una sola sonrisa.
Y tus ojos me chocaban. Me hacían escabullir.
Ah, tus sonrisas me encantaban.

Vos entonces eras todo. Y tus tantos me intrigaban. Y ahora no quería nada. Ahora era yo. Y vos eras mía.
Y entonces no cambiaba nada. Y nada debería cambiarse.
Me quedaba acá con vos y no te ibas a ningún lado.
Entonces el querer era intenso.
El reconciliar era fervoroso.
El estar era suspirante.
El ser era sublime.
Era solo ahora, sublime.
Entonces entendedme una vez más: No necesito de nada más.
Ya me tenes hecho.
Hecho y mucho más,
Y no tengo pecados más con vos.

Porque soy tu animal.
Entonces soy tu animal.
Y podrías entonces amarme. Amarme no con los ojos – distancia! – ni con audición – ausencia! -. Podrías amarme de una vez. De un innegable. De un instantáneo.
Podría ahora amar a mi prójimo. Podría ahora agarrar mis brazos desnudos. Podría ahora…
Me entendes amor?
Ahora, así, podría volver a mis dominios. Y ser como debería. Y volver a mis enteros. Volver a mi presencia. Ahora, así, podría volver a mis sentidos.
Devolverme mis sentidos.
Y no quiero nada más.
Entonces ahora yo podría. Porque nunca emancipaba. Porque nunca me soltaba.
Nunca quise soltar.
Aprenderme de vos siempre me enseño a mantenerme preso.
A no dejarte ir a ningún lugar.
Si me elegiste, lo hiciste bien.
Me has convencido de eso.
Soy tu mejor opción. Y esa conciencia hace de mí, de vos, y de nosotros, más fuertes.
Entonces te fortalece: Hacerte la mejor.
Entonces podrías oírme decir de nuevo.

Decirte que te amo.
Virtud.
Te amo.




4 comentarios:

  1. Se ha explayado, se ha exprimido hondamente Napoleón?
    Ese es tu seudónimo Augusto?
    Me leí todo de un saque, y mirá que es temprano.
    Saludetes!

    ResponderEliminar
  2. Sep, siempre lo fue... Con deseos constantes de dominación mundial jajaja...
    De una vez lo leíste! Estoy impresionado Caro!

    ResponderEliminar
  3. Sera que ahora que lo publicaste podremos usarla en el certamen?
    Me gustaba muchisimo esta, estas cada vez mejor augusto.

    ResponderEliminar
  4. excelente!!! me llego.. lo unico q no me gusto es cdo decis soy tu animal... pero es una opinion personal... por lo demas me gusta muchisimo.. sabes hacer sentir lo q sentis

    ResponderEliminar