25 de octubre de 2011

Cinéfilos


De todos los tipos de gente que existe en el mundo – los aburridos, los honestos, los gordos, los divertidos – existe uno por el cual yo tengo un cariño especial: me encanta la gente que ama el cine. No, no estoy hablando de quien va dos o tres fines de semana del mes al cine del Shopping a ver la ultima película taquillera. A mi me gusta quien ama el cine de verdad. A mi me gusta quien respira cinema. A mi me gusta quien mira el mundo en cuadros, de quien mira por las lentes de la camera.
Esa gente que toma café con Jim Jamursch, mientras esperan que Tarantino los llame para la próxima matanza. En la mañana siguiente ya no se acuerdan de nada y juega al ajedrez con Godard, mientras esperan una lluvia de sapos. Saludan al pasado glorioso y brindan las hazañas encontradas en el futuro mientras manejan un DeLorean.
En frente a un proyector o una pantalla plana, son la hinchada por un futuro emocionante. Pueden ser lágrimas, pueden ser carcajadas. Lo importante es emocionarse a todo momento. Sin zoom, sin close. Ver detalles que huyen a los desatentos, detalles que huyen de aquellos que aun no aprendieron a amar de esa manera.
A mi me gusta quien toma cinema. A quien le roba un trago a Scarface, se pone ebrio con los Corleone y tira botellas en ventanas con Tyler Durden. A mi me gusta quien canta en la lluvia, quien mira al vecino por una ventana indiscreta. A mi me gusta esa gente curiosa, atando cables sueltos intentando descifrar el final como bien lo sabe hacer Orson Welles, me gusta esos suspenses que solo terminan en el final como los de Eastwood.
A mi me gusta quien come cinema. Me gusta quien pide un Royale With Cheese, de quien pone las manos en bolsas de granos en el mercado. A mi me gusta quien se acuerda de la manteca y de Marlon Brando, quien suspira por Brigitte Bardot. A mi me gusta quien sabe pelear como un Jedi, me gusta quien canta como en Hair. Me gusta quien ama como Scarlett O’Hara, de quien sufre, como en Rain Man. Me gusta quien sonríe como Chaplin, es neurótico como Woody, es loco como Nicholson o trapacea como De Niro.
Me enamoro por quien se enamora por dos, tres horas de una película. Me enamoro de aquellas frases clásicas decoradas, por la sensibilidad de una lágrima, o la felicidad de un riso. Me enamoro por los gestos robados de una buena interpretación, me enamoro por la sinceridad de la emoción de una buena película, de aquellas que hacen que los ojos brillen por días, mismo después que los créditos finales ya se hayan ido hace tiempo y la música terminado hace un buen rato.
Amo quien ama el cine. Amo quien ama el cine, porque de tanto ver, termina aprendiendo a sentir como nadie más puede.



2 comentarios:

  1. wow!una descripción bastante particular de alguien que de verdad siente el cine!!
    otro gusto mas que compartimos..
    un abrazo!

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