27 de noviembre de 2011

Domingo


Sentado en la vereda, mira hacía la calle.
Es domingo, pocos autos pasan. En su interior, familias visitando familias, obedeciendo las reglas de los domingos.
Pero las personas siempre están allá. La mamá que pasa con la bolsa de compras y la abuela que camina con la nietita le dicen buen día. El responde con una sonrisa. El señor de edad que vive en la casa enfrente, al salir con el auto, le regala algo más que un buen día: pregunta si está bien y charla dos minutos sobre el tiempo. Dice que va a llover y, desde la vereda, le da la razón.
Pero están aquellos que no saludan. Son los que pasan apurados, encerrados adentro de sus propios pensamientos, y siquiera reparan en el hecho de que el está ahí, observando el mundo. Pasan derecho pensando sobre la cuenta de luz, sobre hoy ser el día de llamar a los padres, sobre ir al cine o quedarse en casa viendo una película.
Es domingo, pocas personas pasan. Pero cada una de ellas es un mundo completamente distinto. Cada una tiene sus sueños y miedos.
Y, aún así, caminan el domingo por su vereda. Algunos le sonríen, otros ni miran. Algunos miran hacía el cielo, soñando; otros, hacía el piso, pensando. Unos están solos; otros, de la mano. Algunos pasan en silencio, otros con el celular. Pero todos pasan con aquella velocidad perezosa del domingo, cuando no hay prisa para nada, cuando no hay compromisos o cuentas para pagar.
Porque ellos saben que, en realidad, todo domingo es un nuevo comienzo.
Y justamente cuando el perro de la vecina pasa por la vereda oliendo todo y jugando a investigar el mundo, la puerta detrás de el se abre y ella le dice buen día.

- Te pinta un mate?
- Hola. Dale. Pero acá en la vereda.
- No queres tomar adentro?
- No. Después entramos.
- Estás bien?
- Si, si. Es que el mundo parece ser tan tranquilo desde esta vereda.
- Bueno, preparo las cosas y las traigo, si?
- Dale, te va a gustar, promesa.

Ella sonríe una sonrisa de domingo y entra a preparar el mate.
Porque el mundo y el domingo, estaban ahí. Eran de ellos.




3 comentarios:

  1. te magino en la vereda.., justo este domingo, solo, mirando la gente pasar..con toda esa sensibilidad y esa búsqueda/necesidad de tranquilidad y de afecto...no sé si alegrarme por el escrito, por la observación, por la armonía. o entristecerme y desesperarme por tenerte asi, lejos, solo, te extraño, Augusto!

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  2. Augus, tanta simpleza me llega tan profundo!
    Siempre me pregunto qué piensan esos ojos, una mano sobre algun bastón... una vida que despues de tantos años solo observa pasar la vida... Cuando pienso en mi vejez solo sé que no quiero que pase así.

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  3. Leerte amor es como beber un vaso de agua fresca, la mas pura, liviana y cristalina, en medio de este calor, encierro y distancia que me devasta.

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