Entero o en pedazos, no lo sabría decir. Solo estoy
seguro de que dolió. Con mis propios ojos vi como lentamente lo arrancó. Tenía
la mano firme cuando lo extirpó. Mordía los dientes cuando lo erradicó.
Lo dejó en el congelador, sin soltar las manos, en un
para siempre que se terminó al amanecer. En una eternidad de horas y golpes de
relojes pesados.
Poco a poco, vio como se hacía verde hasta crear moho.
Tuvo su fecha de vencimiento. Caducó. Expiró. Me hizo pensar en que a veces las
cosas podridas, sucias y dañadas son las más bonitas, siempre con sus raros
tonos en sepia y sus líneas desgastadas.
Se hace menor, pierde su juventud, le salen arrugas,
lo normal que pasa a todo lo que envejece. Tal vez es una ley de la vida, una
ley simple y fatal. Se muere, así apenas. Algún día seguramente, encontrará
otro que va a latir, más fuerte y vivo que cualquier otro, uno realmente color
rojo sangre. Que con facilidad hervirá a todos los amores antiguos, y que
traerá la calma a las tormentas que un día golpearon su puerta.
Tal vez no.
Ouch. Sentí que describiste mi corazón...pero ¿de verdad alguna vez caduca? No pasa que la mano saca de a trozos ve fascinada como por su causa ese órgano sigue latiendo a pesar del derramamiento de sangre?
ResponderEliminarSeguro que habrá otro corazón que hierva los amores pasados? De verdad es otro corazón capaz de sanar el nuestro? Lo dudo. Creo que después de que alguien nos arranca de verdad el corazón, no hay vuelta que darle, debemos limitar nuestra existencia a dar todo lo demás,pero nunca nunca el corazón. Ese ya se quedó en manos de otro...a pesar de que lo destrozó.