19 de enero de 2012

Compañeros


Estudiaron juntos. No se conocieron en el primer día. Talvez en la primer semana, pero no se acordaban con seguridad. La fecha exacta se había perdido en medio a una de las muchas tardes de bebidas después de clases, desapareciendo lentamente en medio a una carcajada. Tanto que hasta el hecho de que no se acuerden del día en que se habían conocido se había transformado en una chiste entre los dos.

Pero no necesitaban una fecha exacta. Eran jóvenes y tenían todo el tiempo del mundo, no era necesario mirar hacía el pasado. Y era justamente así que vivían el presente, sin preocupaciones. Ni mismo con clases o pruebas. Y era justamente así que vivían el presente, sin preocupaciones, ni mismo con clases o pruebas. Pasaban la mañana entera uno al lado del otro. Eran amigos y confidentes. Era compañeros de fiesta. Eran colegas de estudio.

Eran camaradas de vida, de aquel tipo raro que hablan hasta cuando caminan en silencio.

Y así protegiendo uno al otro, atravesaron el curso entero. Ella quería carrera académica, el quería trabajar en el área. A ella le gustaba estudiar para las pruebas e madrugada, el empezó a pasar las tardes en un cursillo. Pero no se separaban jamás. Ni mismo cuando el tuvo que recursar una materia y ella estuvo allá, asistiendo clases detrás de el, escondida del profesor.

Eran más que amigos, eran compañeros.

Realizaban todos los trabajos juntos, y uno pasaba machetes al otro. Y, cuando ella faltó a la prueba que más necesitaba nota por la muerte del abuelo, el la hizo y firmó con el nombre de ella. Ella se sacó un ocho sin saber, el un cero a propósito. De la misma que ella hizo el trabajo más difícil del año solita, mientras el seguía en la cama con fiebre. Se sacaron un nueve, y el lo supo días después, cuando creía haber perdido el semestre.

Eran más que compañeros, eran cómplices.

Pero no eran cómplices del tiempo, que paso sin piedad y cada vez más rápido. Las clases fueron pasando, los semestres fueron siendo ultrapasados como olas, profesores dejaron de ser amigos y enemigos para transformarse en recuerdos dulces del comienzo.

Cuando se dieron cuenta, todo se había acabado. Estaban egresando. Eran más que amigos, más que compañeros, más que cómplices, pero, a partir del día siguiente, serían nada. Pero un nada con diploma.

Y fue justo después de recibir el diploma que se abrazaron, felices, pero con una nostalgia anticipada de quien dirá, que uno de ellos – sin importar cual – dejo escapar, pero con seguridad.

- Yo te amo.

Se apretaron aún más en el abrazo antes que el otro respondiera.

- Yo también. Desde el primer día.

- Del primer día? Pero… te acordas de cuando nos conocimos?

- Hay alguna diferencia?

Ninguna. Porque el primer día de ellos sería el siguiente. Se casaron dos semanas después. Nunca entendieron si se casaron porque se amaban o porque no imaginaban vivir una vida entera sin el otro.

No hacía diferencia.

Ahora, más que cómplices, era uno del otro.

Ahora, para siempre.



Liniers. Genio.


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