14 de enero de 2012

Frío


En uno de estos días, desapareció.

En medio de las lagrimas de acido y respiración jadeante, abandono la idea de resistir y se entregó. Dejo el odio frío calentar y explotar en un grito que corto el aire y tiñó su alma de negro. Grito entregándose a los errores y hasta mismo a los aciertos. Su corazón aceleró haciendo que sus venas se hinchen. Gritó por vivir en un mundo demasiado pequeño para el mismo. El viento se alejó, la tierra se abrió, el mar bajó. Se plantó en el piso permaneciendo inmóvil mientras el mundo giraba. Después del grito, se mantuvo el silencio, esta vez peleando consigo mismo. Abandonó el mundo. Resintió los choques del pasado y abandono las quedas del futuro. Apagó las canciones de amor y el dulce del vino de su recuerdo, después de juzgarse no merecedor de ellas. Y dejó que el tiempo pasara, aprisionándose en el momento en que decidió no importarse más. Entrego el tiempo a los otros, encerrándose adentro de si mismo. Siendo él mismo el problema, corregiría el mundo del dilema. Si a el no le era más permitido soñar, se encerraría adentro de la realidad que le restó. Estando en guerra con el mismo, entregaría la paz a los demás. Se cayó de rodillas sobre la tierra aún húmeda de lágrimas, la cabeza baja y derrotada sobre el cielo cortado por rayos. Enloquecería solito y no en una vitrina. Si a el no le era más permitido un alma, soplaría el suyo por los labios esperando que se escapara. Apretó los dientes, encerró los puños. En poco tiempo, nadie se importaría. En poco tiempo, nadie se acordaría. Si a el no le era permitido tener un corazón, que el suyo se detenga. Le bastaba apenas esperar, escondido de la paz, animando para que la paz bañara un mundo que no más le pertenecía, pues nunca lo había hecho.

Desitió, en un día de estos.



1 comentario:

  1. Siempre me quedo prendada de tus palabras, cuanto talento. Este y el anterior están entre mis favoritos.
    Nos vemos en el camino, o en el cine o en la playa.
    Tchau

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