Lo que quiero es muy simple. Muy sutil. Quiero todo
rápido, liquido, oscilante, no quiero nada que me ate a mis extremidades, nada
que atropelle mi vuelo. Quiero sensaciones en maremotos. Soy ciego a las entendimientos,
ciego al políticamente correcto, al socialmente esperado, ciego al moralismo de
hamaca. Nada me interesa.
Lo único que quiero y espero es tocar un rostro por la
simple descubierta de su textura, de sus muescas, de sus rebotes, quiero
descubrir un rostro con curiosidad de un niño.
Tocar el pelo, deslizar los dedos, sentir la piel, hacer
cariño, extrañar, sin que se entienda por eso que deseo cualquier cosa que va más
allá. La verdad, a veces tengo escalofríos y mis ojos se transforman en un
especie de telescopio: Puedo ver mucho más. Y las hojas y luces y gotas y los ojos
y los minúsculos sonidos y las microscópicas texturas, las veo como si yo ya no
hiciera parte de mi propio cuerpo y no fuera más una persona.
Por eso lo que es realmente existir, para mí es un misterio
que nunca antes se habló; como si no existiera, como si nunca fuera a existir.
Aéreo y astral, voy pairando entre las sutileza, hasta que entonces nada más es
feo – en las pequeñas lagunas, en las grietas, una maravilla de vida que no se
compara con ninguna otra. No veo más colores, géneros, etnias, géneros, no existen
los viejos rótulos, conceptos previos o categorías, todo es transformado en un
enredado de vida en que solo se ve la existencia misma, burbujeando y
burbujeando, una obra maestra en perfectos y milimétricos detalles.
Lo triste es nunca más podré decir: “Que bonita.” Sin
que me interpreten de otra manera. Lo que quiero es tan simple. Quiero un ojo
gelatinoso, vivo, lúcido, una pulsante pupila que me mira hasta lo más profundo,
hasta que todo explota y yo pueda volver a mí.
Guauu chico!! Esa sensasión pendular entre ser y no ser...!!!
ResponderEliminarMe quedé con la boca abierta. Me encantó!!
Distinto (y hacía falta)